Todos somos Francisco Caja

A la vuelta del trabajo me encuentro la nota de prensa de Convivencia Cívica Catalana en la que denuncian la agresión física y verbal sufrida en Santa Coloma de Gramanet. Ya había leido la reseña de Órdago en Criterio y algún amigo me había advertido del tema; Libertad Digital y la fundación DENAES también se han hecho eco de la noticia.

Lo consideramos nuestro amigo, hemos salido de firmas con él, ha prestado su apoyo siempre que ha sido llamado, hemos compartido ratos de sosiego y ocio; es una excelente persona, afable, nunca tiene el no en la boca, no ofende ni en la presencia ni en la ausencia. Solo tiene un defecto, es un librepensador, justo y recto, trabajador y comprometido. Desde hace mucho un héroe en Cataluña -junto con sus incondicionales- que se la juega a diario, en la calle, con la recogida de firmas de la ILP para "La Enseñanza en Lengua Materna y el Bilingüismo Escolar".

Antes de ayer Girauta expresaba que era una hecho extraordinario el reunirse para hablar de liberalismo en Cataluña, ayer con la agresión sufrida por Paco Caja y los que le acompañaban, se constata una vez más que Cataluña está envenenada por el odio y la intolerancia. Malditos sean aquellos que alimentan a la serpiente, algún día se les retorcerán las entrañas por ser los promotores y partícipes de esta locura colectiva que es el catalanismo y el pancatalanismo nacionalistas.

La libertad, preciada en todas las épocas de la historia, conseguida de forma fugaz y en un espejismo muy evidente, ha pasado a ser un peligro para los políticos nacionalistas en España. Esto tiene su reflejo en una sociedad demasiado acostumbrada a vender su "libertad" por "oro", como lo hiciese Judas por unas monedas de plata. Y que mejor plaza para el mercadeo que aquella en la que por concepto, no existe la libertad, en este mercado, el que la quiera la ha de pagar cara; esto es el nacionalismo al uso.

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